Me quedaré contigo hasta que duermas y al despertar en la mañana verás que no hay nada a qué temer –mencionó con tono sobreprotector, como un papá a su hija.
Te equivocas – dije con voz entrecortada- a lo único que temo es que me despierte en la mañana y no estés a mi lado, que te hayas ido para siempre- Presioné mi cabeza contra mis rodillas, él no sabía qué hacer o qué decirme. Sólo me abrazó fuertemente, logrando que ese silencio junto con su cuerpo dijeran lo que necesitaba saber.