miércoles, 26 de febrero de 2014

Descenso al Tártaro

Amor en el infierno con almas hambrientas
Y mentes escurridizas
Belcebú de sonrisas que atraviesan entrañas
Voces que gritan
Y otras que susurran
Sed que se atora,
                                se retuerce,  

                                                       se ahoga.

Amagos de ti en la brisa de verano
Insaciable mantra,
Principio de destrucción
                                               y de muerte
La luna clama  p i  e  d a d  
Y atrapa la seducción en la noche blanca


Presagio de estragos
Que atraviesan paredes,
Escalofrío emocional
Que llueve en el abdomen,
Y vil roce
Que hierve la sangre
Rumbo a lamer las heridas
De la cólera


Baila al son de los míseros
Impregnados de infortunio,
                                           persiguiendo la certidumbre,
                                                                                             devorando la piel del porvenir
Calcina el cristal de la mirada perversa,
                                                                    tímida,
                                                                              prófuga.
Y llama al desdichado a seguir siendo infeliz. 



domingo, 16 de febrero de 2014

Venezuela, protagonista de ciencia ficción



Ningún medio de comunicación cuenta nunca con fidelidad cómo suceden las cosas, pero en Venezuela se está llegando al extremo en que las noticias no tienen relación alguna con los hechos que ocurren. Las mentiras y la falta de objetividad se presentan al encender la pantalla de la televisión nacional: se narran los hechos según la perspectiva de un partido que le conviene idealizar la realidad.

En 1949, George Orwell presentaba, por medio de la literatura, la situación en la que agoniza actualmente Venezuela. Su libro 1984 plantea una historia de ciencia ficción en la que un Estado colectivista somete a su población bajo un control asfixiante, mantiene entretenida a un grupo hipersocializado de gente -masas o proles- para que no pueda rebelarse y, además, utiliza propaganda alienante que los convierte en “borregos” y no les permite pensar críticamente. En Venezuela se llevan estas letras a la vivacidad, solo que sin firmar un contrato en Hollywood; al parecer, no solo a los mejores actores les gusta ser protagonistas de una novela de ciencia ficción, sino también a los venezolanos.

Orwell escribió sobre el Ministerio del Amor que administraba castigos, la tortura y se encargaba de reeducar a los miembros del Partido para sembrar un amor incondicional al Gran Hermano -jefe de la nación- y sus ideologías; el Ministerio de la Paz que se ocupaba de asuntos relacionados con la guerra, sobre todo que esta se mantenga constante y permanente, “si hay guerra con otros países, el país está en paz consigo mismo”; el Ministerio de la Abundancia que se encargaba del racionamiento y que las personas vivieran al borde de la subsistencia; y el Ministerio de la Verdad que se dedicaba a manipular o destruir los documentos históricos de cualquier índole. Mencionado esto, el venezolano debería preguntarse: ¿es esta la situación que nos azota y vivimos una contradicción sin darnos cuenta? Muchos responderán que sí con la convicción de que se vive en un engaño, otros –un tanto dudoso de subconsciente- dirán con toda firmeza que son necesarias esas políticas para mantener en pie a un régimen que quiere el bienestar del pueblo.

El Gran Hermano es un personaje que reemplaza a todo actor político: es el comandante en jefe, protector y vigilante de la sociedad, el jefe supremo y, con mucho atrevimiento, un dios. Él es el símbolo o materialización –como quieran llamarle- de todos los ideales del partido, partido que vigila sin descanso todas las actividades de la población. El partido establecía como necesario colocar un afiche gigante del Gran Hermano en todos los lugares posibles para hacerlo omnipresente –qué casualidad que el Centro de Caracas, las zonas populares y los edificios de Misión Vivienda están inundados visualmente con eslogan e imágenes de Chávez y Maduro.

Este régimen se basaba principalmente en controlar el pasado, circunstancia que se acerca a la realidad venezolana al recordar la frase de los defensores oficialistas “antes se estaba peor”. Más que una guerra política es una guerra psicológica, solo aquel de mente más fuerte sobrevive.

"El crimental -el crimen de la mente- no implica la muerte, el crimental es la muerte misma", cualquier pensamiento contrario al partido era condenado y se iniciaba un proceso de lavado cerebral en el que se comenzaba como un preso de la Policía del Pensamiento –cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia-. "Constituían un terrible peligro pensar mientras se estaba en un sitio público o al alcance de la telepantalla".

Estos problemas los enfrenta Venezuela, no son solo palabras con buena ortografía y sintaxis escritas en largos párrafos con órdenes lógicos en un libro reconocido a nivel mundial. Es más bien una advertencia al poder de los gobiernos antidemocráticos, dictatoriales y totalitarios. Depende de la sociedad civil –sobre todo la clase obrera o proletariado- despertar y sumarse a la lucha, no dejar que un político o partido trabaje por ellos.

Soy solo una estudiante de Comunicación Social que se pregunta día a día: ¿para qué me preocupo tanto por estudiar si posiblemente cuando me gradúe no consiga trabajo? ¿Vale la pena seguir sobreviviendo de esta manera? ¿Es normal sentir tanta paranoia al salir a la calle? ¿Cuán estúpida cree el gobierno que soy para comerme el cuento de que la solución a la escasez es “comer menos”? ¿Se justifica la falta de insumos médicos, la inflación, las devaluaciones, la inseguridad, la falta de alimentos, la marginalidad… con el “amor a la patria” que nos han dado durante quince años? ¿De verdad ama quién divide en dos a un pueblo? Podría seguir con una infinidad de preguntas a las que difícilmente le encuentre una respuesta políticamente correcta, pero lo cierto es que esta lucha no es ni de izquierda ni de derecha, esta lucha es tuya y mía como venezolano, pero ante todo como humano –porque han intentado deshumanizarnos, me atrevería a decir que similarmente a como lo hizo Hitler con los judíos-, nos convirtieron en un Estado de masas a su disposición para manipular y, para más colmo, polarizado. Es tiempo de que despiertes como individuo y no como una marioneta manipulada por quien no sufre, sino que se encuentra bien cómodo en su habitación con aire acondicionado y custodiado por guardaespaldas. Tu indiferencia, tu falta de compromiso y de ciudadanía es lo que tiene al país hundido.

“Hasta que no tengan consciencia de su fuerza, no se rebelarán, y hasta después de haberse rebelado, no serán conscientes", George Orwell.