-Te amaré por el resto de mi vida- me dijo directo a los ojos.
-Me parece insensato decir que amarás a una sola persona el
resto de tu vida. ¿Quién puede hacer esa promesa? Lo más seguro es que, en unos meses, llegará una mujer más hermosa y atrevida que yo. Una mujer que no sea torpe y obstinada, que sepa preparar café y no queme las camisas al plancharlas, que sea de cabello rubio, ojos azules, labios carnosos, piel pecosa y cuerpo buloptuoso. Por supuesto, no te llevará a aburridos museos ni tertulias, tampoco llegará a casa con un cachorrito que encontró abandonado en la calle y le dio lástima, mucho menos te hablará de Delacroix o de Cortázar hasta dormirte. No te pedirá que le cantes en las mañanas esa canción que dice: "and all the roads we have are winding/ and all the lights that lead us there are blinding/ there are many things that I would like to say to you/ but I don't know how". Lo que más te gustará de ella es que te prepará el desayuno sin quejarse de que todo le sale mal, no usará tus viejas remeras como piyama, siempre tendrá una perfecta sonrisa en su maldito rostro, no llorará porque vio que una madre le pegaba sin compasión a su hijo, leerá libros de cocina y hogar en lugar de novelas surrealistas y vanguardistas, su boca estará pintada con un rojo intenso que marcará en tu espalda, te erizará la piel con solo rozarte. Será todo lo contrario a mí y eso es lo que más me molesta, que podrás encontrar a otra persona mejor que yo.
Se quedó en silencio por unos segundos, volvió a mirarme a los ojos y, besándome, me lanzó a la cama. Jamás me había besado con tanta fuerza y jamás había hablado tan déspotamente:
-Eres la única persona que me saca de quicio y aún así no puedo estar, ni un segundo, sin ti. Tus defectos, terquedades y torpezas las aborrezco pero también las amo. Estoy malditamente enamorado de ti, de tus ojos, de tu cabello, de tu nariz, de tu boca, de tus caderas... No tienes ideas de cuántas veces me despierto en plena madrugada y me quedo observándote como un imbécil. Es fácil decir que puedo amar a otra mujer, pero no es así. Me fascina cantarte Wonderwall de Oasis cada mañana y lo haré, si es necesario, hasta que me muera o hasta que te vayas. Eres más adictiva que la blanca y el junk, quiero morir de tu sobredosis.
Me dejó completamente sin palabras, solo pude seguirlo besando hasta despojarnos de la ropa.