sábado, 20 de agosto de 2016

La armonía irreal de la vida

Amélie (2001), dirigida por Jean Pierre Jeunet, es uno de los grandes éxitos del cine francés. Vendió más de 32 millones de entradas y fue galardonada como Mejor Guión Original en los premios BAFTA y Mejor Película Europea en los Goya.

Ese día no solo ocurrió la muerte de Lady Di, sino que Amélie Poulain –interpretada por Audrey Tautou- se convence de que su misión en el Universo es ayudar a los otros a ser felices, olvidándose
de sus propios problemas.

Muchos expertos la ubican dentro de la comedia romántica, pero realmente debería entrar en la categoría de fantasía porque la vida se presenta de forma mágica y tiene personajes tan humanos que parecen casi irreales, haciéndonos sentir incómodos y fascinados a la vez.

Esta producción cinematográfica hace énfasis en que el destino es una cadena de causas y efectos que conecta a personas desconocidas, lo que logra que nos preguntemos si existen las causalidades en lugar de las casualidades.

Si tuviera que colocarle un nombre al arte de vivir, lo llamaría Amélie porque este film condensa los pequeños detalles de la vida. Además, tiene pinceladas de la naturaleza humana: en sus 120 minutos de duración se pueden evidenciar temas existencialistas como el amor, la muerte, la imaginación, la felicidad y la belleza.

La infancia se presenta de forma romántica y nostálgica como sucede en El Principito de Antoine de Saint-Exupéry. Amélie llevará está inocencia pueril más allá de su niñez, haciendo de todo un juego.
La protagonista rompe la cuarta pared en ocasiones. Asimismo, se halla la presencia de un narrador en off, que relata la mayor parte de la historia, dando pie para que los silencios y las expresiones de los caracteres tengan un papel importante dentro de la cinta.

En cuanto a la colorización, el matiz rojo juega un papel fundamental porque significa la constante búsqueda del amor, el verde hace referencia a la vida y el amarillo a la felicidad. También, la fotografía es poesía visual ya que el director intenta recrear una idea por plano, los cuales son limpios y rítmicos, recordando un poco a la estética utilizada por Wes Anderson.

Quiéreme si te atreves (2003) es una cinta francesa que trata de recrear el argumento y el equilibrio visual de Amélie, incluyendo el uso de los colores, el tono romántico e infantil.

Cliché: Nos hace creer que la vida real es así de armónica, cuando no lo es. Además, se ha convertido en un paradigma del cine francés y la cultura francesa, creando un lugar común sobre un París de ensueño.

Una frase: “Son tiempos difíciles para los soñadores”, como dice uno de sus personajes. Sin duda alguna, es una película para ser disfrutada por aquellos de mentes abiertas porque brinda una nueva perspectiva sobre el mundo.